Revista Mavirock – Abril de 2011 | ||
Blues Motel | ||
Fueron referentes de bandas como Viejas Locas y La 25. A más de dos
décadas de la formación del grupo, el paso del tiempo los añeja y sus
canciones cada vez suenan mejor. En esta nota, Adrián Herrera, guitarra
y voz, habla sobre el secreto de su vigencia. "Nunca vivimos la música
como una presión". A principio de los 90, en la escena del rock argentino hubo un semillero de bandas que planteó un rescate por el rock visceral de fines de los 60 y principios de los dorados 70, con reminiscencias a los Rolling Stone a la cabeza. Sin duda, los Blues Motel fueron estandartes de toda esa movida. Hoy, a pesar del paso del tiempo, de los cambios de modas o de búsquedas distintas en manos de las nuevas masas generacionales, ellos aún resisten con buenas canciones y paseándose de manera jovial por afuera del mainstream, a puro pulmón y con un gran séquito de fieles seguidores. Adrián Herrera (guitarra y voz) y su primo Gabriel Díaz (voz y guitarra) fueron quienes emprendieron esta aventura que sigue más vigente que nunca. Con seis integrantes en escena (Ariel Herrera, en bajo y coros; Maxi Larreta, en batería; Nacho Piedrabuena, en guitarra y Sebastián Voyatjides en piano y teclados; además de Adrián y Gabriel), 22 años de carrera y diez discos en su haber, Blues Motel sigue en búsqueda del sonido ideal que, según ellos mismos manifiestan, lo han logrado recién ahora, con la edición de su último trabajo discográfico, SIGLO DESASTRE. Para la banda que reside en la isla de Tigre, la adrenalina está más alta que nunca. Por lo menos es lo que transmite Adrián Herrera en esta charla con Mavirock. —¿Por qué no salieron de gira en el verano? —En enero nos tomamos vacaciones de nosotros mismos. En nuestros inicios, hacíamos la mitad de los días de gira y la otra mitad vacaciones. Todo se fue armando de esa manera. Era hacer base en Villa Gesell y después girar con micros por toda la costa atlántica. Lo hicimos durante muchos años pero no nos rendía. —A lo largo de su carrera se han presentado en muchos teatros pequeños. Es extraño que una banda de rock & roll toque en teatros con butacas, ¿les gusta tocar en salas? —En Capital no tenés tantos lugares para tocar. Cómodos para nosotros son El Teatro de Colegiales, La Trastienda y el ND Ateneo. Los teatros nos dan la posibilidad de desplegar grandes escenografías. Quizá no es lo más copado para la gente, que por lo general se enciende con locura. Es cierto que el teatro aplaca un poco al público, pero la piloteamos. Allí tenemos que manejar los climas para que no haya un pogo profundo. Incluso en 2006 sacamos tres discos, de los cuales uno fue acústico, pensado para las presentaciones en teatros. Recuerdo que lo presentamos con una escenografía de living, como para tener tranquilo al público. —¿Cuál es el secreto para sostener un proyecto musical durante tantos años, sin rotar sus temas en la radios? —Nosotros arrancamos en marzo del 89. La idea de permanecer no fue algo que pensamos ni tampoco tenemos una fórmula. Quizá ayudó no haber tenido la presión de tener que concebir temas para la radio o rendir cuentas a las compañías discográficas. Desde el cuarto disco que las producciones son totalmente independientes. No responder a managers ni a compañías nos sacó presión. Somos un grupo de amigos. Nunca sacamos avisos en los diarios buscando guitarristas. Siempre hubo músicos del entorno de la banda. —¿Viven de la música? —Cuando editamos el primer disco éramos pendejos y pudimos hacer algo serio. Sin embargo, siempre buscamos algo paralelo como para sacarnos la presión de pensar que la música es un laburo. Para nosotros la música es un hobby que nos da ganas de componer y sacar discos. Claro que a veces entra dinero. Muchos de nosotros trabajamos en cuestiones ligadas a lo artístico para vivir. Hay quienes trabajan en diseño y quienes dan clase de música. —A lo largo de su trayectoria, tuvieron épocas en las que sonaban con mayor crudeza y otras en las que los sonidos giraban en torno a la sofisticación, ¿en qué etapa sonora se encuentra actualmente Blues Motel? —Hoy hemos retornado a los sonidos más crudos. Ahora lo hacemos mejor que en nuestro primer disco. El sonido de la viola de ahora, bien setentoso y vintage, siempre estuvo en nuestra música. A medida que transcurrieron los años, conseguimos el sonido que tanto buscábamos. Los discos nos dieron sabiduría. Guitarras valvulares, baterías con sonidos a lo Led Zeppelin y los Beatles, ésa es la búsqueda de siempre. Por su parte, la composición fue cambiando. Al principio teníamos influencias de los Rolling Stones. Hasta que después crecimos y abrimos la cancha a nivel escritura. Es claro que no inventamos nada. En el rock ya se inventó todo. Somos la conjunción de un grupo de músicos que cada uno tiene sus gustos y sus personalidades. —Nunca cambiaron el look. Arriba de los escenarios, siempre aparecen vestidos al estilo vintage, por ejemplo con los clásicos pantalones Oxford, ¿también la imagen es parte de la propuesta? —A mí me gusta usar Oxford, me gusta cómo me quedan. No nos gustan los pantalones modernos. Siempre pensamos que la imagen es un plus para la gente. Hubieron épocas en las que le dimos bola y otras en las que no. Así como cada disco tiene un concepto, la vestimenta también tiene el suyo. Incluso nos propusimos darle más bolilla a eso en la actualidad. De todos modos, la ropa llamativa que usamos es la misma que llevamos puesta todos los días. No es que nos disfrazamos para subir. Nos vas a encontrar en la calle de la misma manera. —En SIGLO DESASTRE, su última placa, plantean su clara visión de cómo está el mundo hoy para ustedes. De alguna manera, plantean cómo es el mundo que les gustaría. —Si bien nunca planteamos un discurso político ni a favor de Greenpeace, hemos volcado las cosas que vemos y nos suceden en el día a día del mundo actual. Muchos de nosotros tenemos hijos chicos y nos preguntamos todo el tiempo qué mundo le vamos a dejar a ellos. En las letras aparecen esos conceptos, no es que lo planteamos tipo catástrofe. Estamos muy satisfechos en cómo quedaron las letras. Creemos que es el mejor disco de nuestra carrera. Igual es lógico que los chicos que viene a vernos amen los temas de nuestros primeros CDs. Pero eso le sucede a toda banda que tiene una larga trayectoria, con discos que marcaron fuerte en la vida de uno. —¿Cómo se dio la relación con Don Vilanova, que aparece como invitado en el último disco? —Ya había participado en MALBEC, el acústico de 2006. Tocó con nosotros hace mucho tiempo. Irene, nuestra primera manager, fue representante de Durazno de Gala, banda que en su momento tuvo Miguel. En realidad el vínculo tiene que ver con gente cercana y afinidades. Porque Irene junto a Pepe Vinci fueron quienes en su momento trajeron a B.B King, Taj Mahal y otros tantos bluseros a Oliverio. Aquella fue una época muy importante para quienes amamos el rock y el blues. Por Sebastián Duarte (ENTREVISTA PUBLICADA EN LA EDICIÓN Nº19 DE MAVIROCK) |
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