10Música.com - 9 de Agosto de 2006
 
BLUES MOTEL: Sin códigos
 
  Entrevista a Adrián Herrera
Grupo pionero en lo que a rock stone se refiere, busca afirmarse en la escena sin traicionar su esencia.

A esta altura, con cuatro décadas de historia, el rock argentino tendría que disponer de algún tipo de control de calidad. Podría ser un software, que tenga como objetivo realzar a aquellos proyectos que, dentro de su estilo, apuestan a subir la media artística. Si esta utopía a la que hacemos referencia se instrumentara, seguramente Blues Motel saldría del circuito casi de culto en el que se mueve para ascender a las ligas mayores. Con 15 años de historia en la mochila, la banda que lidera Adrián Herrera abrevó en las fuentes del rock stone mucho antes de que apelativos como “barrio”, “chabón” o “viejita” fueran sinónimos de estadios llenos.

Lo más extraño e interesante de todo esto es que los Blues Motel saben perfectamente que actitudes tendrían que haber tomado para que hoy sus discos figuren en las listas de ventas al lado de Callejeros, Jóvenes Pordioseros y La 25. Sin embargo, desecharon la idea de involucionar y en cada una de sus siete placas apostaron al crecimiento musical y, por supuesto, se alejaron de cualquier atisbo de demagogia. Desde la independencia absoluta, para doblar la apuesta, Blues Motel se embarcó en un proyecto inédito para el mercado local: editar en el mismo años tres discos totalmente opuestos entre si.

Con el nombre de Golpea, acaba de salir el primero de esta trilogía que contiene un sonido completamente eléctrico y visceral. El segundo será absolutamente acústico, mientras que el tercero es un gran misterio. Para hablar del destino que les tocó en suerte y de todos los pormenores de una trayectoria a la sombra, 10 Música fue a la búsqueda de Adrián Herrera, guitarrista y vocalista de un grupo que conoce bien eso que algunos llaman “hacerse de abajo”.

¿Ves una línea ascendente en la trayectoria de Blues Motel?

Sí, creo que tuvimos en los dos primeros discos un proceso de despegar de lo que era ser una banda under. Cuando nosotros grabamos nuestro primer disco en el ’94, no había una movida independiente que generara algo. Para sacar un disco tenías que estar sí o sí en una compañía, y a eso no llegaba cualquier banda. Podríamos haber esperado un momento mejor pero, para nosotros, era un salto enorme. A partir de ahí fue todo para arriba, pero en el tercer disco nos escapamos de lo que la gente esperaba de nosotros y allí hubo un quiebre.

Siendo una de las primeras bandas que levantó la bandera de lo que hoy se conoce como rock barrial, ¿por qué quedaron tan a la sombra de la popularidad?

Creo que el fenómeno del rock barrial que, evidentemente, convoca mucha gente, no tenía tanto que ver con nosotros. Se nos encasilló en ese lugar, pero no teníamos tanto que ver con eso. Ese movimiento comenzó con Viejas Locas para acá y nuestro primer disco salió antes de que ellos la pegaran. Nosotros teníamos otra visión del rock&roll y otra manera de hacerlo. Nuestro estilo no es tan crudo, es más elaborado. A partir de ese momento se empezó a valorar el hecho de ser común, de pertenecer a determinado clan de la esquina o la vereda. Nosotros nunca tiramos ese mensaje, ni en una letra o en lo que hacíamos.

¿Pensas que esa movida de rock barrial le agregó algo a la escena musical?

Cada corriente musical aporta algo. Peor sería que no hubiera variantes. Evidentemente, tienen una especie de sistema de código que funcionó. Musicalmente, después es discutible que es mejor o peor y todo se remite a una cuestión de gustos. En definitiva, el rock tiene otros valores y escapa de lo que es el virtuosismo y lo académico.

Con la misma fórmula que ustedes hicieron el primer disco hace 12 años, muchos grupos hoy llenan estadios. ¿Nunca sintieron que habían perdido el tren?

En realidad, nunca hicimos esto pensando metas o en un patrón a seguir. Nosotros hicimos una carrera para arriba, dentro de lo que se puede entender como una banda independiente. Nunca tuvimos un corte de difusión sonando en la radio todo el día. Cuando vos llegas a una cantidad determinada de gente, tenes que tener un apoyo más grande y eso nunca lo tuvimos. Nosotros nunca salimos a buscar ese apoyo ni hicimos lo que la lógica indicaba. Nosotros no escuchamos sólo Rolling Stones, escuchamos Led Zeppelin, The Who…

¿No sentís que el nombre del grupo los encasilló?

Sí. Pero cuando nosotros pusimos el nombre, en la Argentina el blues no era muy popular y nos remitía al origen de las bandas que nos gustaban. Ni siquiera había venido BB King al país. Lo de Motel sí, está inspirado en un tema de los Stones pero, también, es una imagen rutera, que tenía que ver con la música que hacíamos en ese momento.

¿De donde surge este proyecto faraónico de hacer tres discos en un año?

A fines del año pasado, nos planteamos la idea de editar tres discos en un año y lo hicimos porque nos gusta grabar. Fijate que en 15 años y 7 discos nunca hicimos un álbum en vivo. Si bien el vivo es buenísimo, a nosotros siempre nos gustó trabajar en el estudio, para buscar sonidos y climas para los temas. Como este año venía complicado tocar en vivo, era una manera de generar cosas y de que la banda le de un incentivo extra a la gente. El proyecto era estar todo el año grabando y una manera de generar algo distinto.

Sinceramente, ¿nunca se dijeron “bueno, vamos a tratar de pegarla y veamos un poco por donde viene la onda”?

No. Nunca planificamos nada ni nunca nos fijamos en lo que se estaba haciendo para decir “hagamos una letra en este estilo o un rock así”. Jamás. Hasta nos proponíamos ir en contra de la corriente. Si todo el mundo hacía algo, nosotros nos íbamos para el otro lado. Nuestra visión comercial fue cero todo el tiempo.

Gustavo Bove
 
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Leandro Logvinuk